Los Marañones: Ceuta, 20 de septiembre de 1997

foto: TalismánSalimos de Murcia muy temprano. Una vez más parece imposible meter el equipo al completo en la furgoneta. Una vez más lo conseguimos. Una máquinaria perfectamente engrasada.

En esta ocasión Juanfra Mendrugo se encarga de conducir, gestionar, organizar y todo lo demás, incluido pasarse en todas las salidas de la autovía y proporcionar cintas variadas de grupos de new wave de los años 80 (es decir, Playmates, Eddie and the Hot Rods, The Knack, Crooks, y un montón más de nombres imposibles de recordar). Aparte de eso (y esto es información privilegiada) en la furgo llevábamos cintas de The Kinks, Beastie Boys, Pavement y los Santos de Palo.

Llegamos a Algeciras, tomamos contacto con nuestro contacto, Iñaki, cogemos el ferry, y cruzamos el Estrecho. Me habían hablado mucho de lo de los delfines nadando junto al barco y que era un espectáculo digno de ver. Pues bien, ya no hay delfines, amigos.

Pisamos suelo africano. Curiosamente yo nací en este continente 34 años antes. Curiosamente la legión española nació hace 77 años y lo están celebrando aquí más que en ningún sitio. Curiosamente las edades del equipo (es decir, Juanfra, Joaquín, Miguel, Pedrín y yo) son 31, 32, 33, 34 y 35. ¿Hay algún significado en todo esto? Esperemos que no.

El hotel, más bien cutre. Llegamos a donde se supone que va a ser el concierto. Es una explanada, parque, jardín, parking, solar o algo así. Lo organiza el ayuntamiento. Horror.

Para empezar no hay cattering, es decir, pasamos hambre y sed. Empieza el concierto y actúan T.Y.R., un grupo de Fuengirola, después actúan Espino, un grupo de allí que acaba de sacar su primer disco y con los que luego quedamos para tomar algunas copas.

Cuando Espino terminaron de tocar, y para sorpresa de todos, se subió un tipo al escenario y nos presentó. Había que montar todavía los amplificadores y cablearlo todo. A partir de ese momento un señor con bigote, supuestamente de la organización, se dedicó a darle la tabarra a Juanfra. "¿Qué pasa? ¡Os han anunciado y no salís a tocar!" ¿Quién le había mandado al necio ese que anunciara a nadie?

Al rato, cuando subimos nosotros al escenario, ya todo preparado, el tipo volvió a subir, de nuevo para sorpresa de todos, y anunció (cito casi literalmente): "Bueno, han tardado lo suyo, pero aquí están. Esperamos que la espera haya merecido la pena."

El concierto fue un poco pesadilla, por lo menos por mi parte. El chico de monitores parecía preferir que el bajo hiciera click, click, click en lugar de boom, boom, boom, aparte de los eternos problemas con las voces, "no, es que cantamos los cuatro, y además somos tan ingenuos que queremos oírnos".

Hacia el final del concierto se arregló todo más o menos y la cosa empezó a ir bien. Terminamos con la última del repertorio, y antes de que nadie en el mundo tuviera ocasión ni siquiera de pensar en sugerir que a lo mejor podía ser posible que alguien estuviera interesado en que el grupo en un momento dado hiciera un bis donde presentara alguna canción nueva, apareció otra vez el tipo ese diciendo algo así como "bueno, y esto ha sido todo por hoy, etc., etc." Por supuesto, obedientes, las pocas personas que quedaban delante del escenario (la pequeña barra que habían habilitado se había quedado sin existencias hacía ya bastante rato) se fueron hacia sus coches. Es curioso, por cierto, que cien metros más allá hubiera un montón de gente en sus coches y bebiendo litronas. Raro.

Luego, esa noche, estuvimos por ahí buscando el bar donde habíamos quedado no se sabe muy bien con quién. Nos encontramos con algún amigo de Cartagena que estaba haciendo la mili por allí.

Al día siguiente cogemos de nuevo el ferry para volver a casa. Llegamos a Algeciras y llamamos a Mariano, el manager. Está en Finisterre hinchándose a percebes. Los managers son así.

Viaje de vuelta de tirón.

Palabras clave (entre otras): el verbo felar, aplicado a la poesía como sigue: Ya te lo lamí, félamela a mí; y el desprestigiado verbo gomorrizar (porque se habla mucho de sodomizar, pero muy poco de gomorrizar, quizá porque sea algo mucho más sucio).

Volvemos a hablar con Mariano. Está en Ponferrada haciendo degustaciones de queso.

Llegamos a casa. Comemos.

Lo mejor del viaje, el ferry. Aunque no queden delfines.

Román.
(Este artículillo se publicó originalmente en las páginas de Indiana, de Granada)
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