La prensa ha dicho...

Green 2 (1988)

"Cuatro grupos de Murcia editados por un sello de la ciudad. Sobresale el espectacular sonido de Los Marañones, un grupo con futuro." (¡Un año de rock!, 1988)

"En un momento en el que el rock parece haberse convertido en patrimonio exclusivo de los 'Jevis' (...) hay que dar la bienvenida a grupos como Los Marañones, murcianos sin complejos que se trasladaron a Madrid el pasado mes de febrero con un puñado de canciones del corte de 'Los has hecho mal' y 'Yo ya lo pienso', pura dinamita." (Rock De Lux, diciembre de 1988)

Experiencia negra (1989)

"Un puñado de canciones resultonas que nos llegan cosidas por recias guitarras no exentas de excitantes acentos funk, una sección rítmica que vacila como la que más, y una voz (la de Miguel) desgarrada y sarnosa. [] Saben dar caña sin apabullar ("Evita hacerlo"), ser suaves sin babear ("Tuyo es el dolor"), pegarse al oído sin trucos vulgares ("Boie Bagat Wo") y, sobre todo, acoplar las virtudes sincopadas del funk a un sonido rock que serpentea hasta tu cerebro con curiosa determinación ("Venga" o "Eso sí me mola a mí"). ¿Cuando fue la última vez que escuchaste a un grupo español tirando de wha-wha? Atrévete a montar a estos marañones y tus huesos te lo agradecerán. No hay mejor ejercicio para conservarse en forma. Eso sí nos mola aquí." (Ruta 66, octubre 1989)

Quiero bailar agarrao (1992)

"Producido por ellos mismos, incluye quince canciones de diversos estilos, desde el pop al rock and roll, pasando por la piscodelia y con un común denominador: el rock." (La Opinión, 5 de junio de 1992)

"Actitudes militantes, rock y garage de toda la vida. (...) El disco en sí, crudo de producción, guarda cierto equilibrio. (...) Las guitarras suenan a guitarras, con cuerpo, y la banda sobrevive al disco."
(Diario 16 Vigo, 1992)

"Formalmente, bucean en las raíces negras del rock"n"roll y en el tratamiento que les dio los 70 (los buenos 70, ¿eh?: Jimi Hendrix sigue siendo uno de sus ídolos, ahí está ese wha-wha chulesco para probarlo). Sin grandes alharacas, a su aire, van descargando buenas dosis de blues de garito, rhythm"n"blues peleón y hasta algo de soul y funky, música fibrosa hecha con naturalidad y sencillez, sin falsas pretensiones de originalidad." (Ruta 66, septiembre de 1992)

"Los Marañones poseen una de las características esenciales y definitorias de la mayor parte de grupos independientes del panorama nacional: la gran contradicción de estilos. Y no me refiero al sano eclecticismo, sino a la empanada discrecional de pop, rock, blues, r&b, rap y lo que se tercie. Lo bueno, en este caso, es que de la contradicción hacen virtud. Estos murcianos circulan del pop al blues con toda naturalidad, y cuando se instalan en este último comparten la misma enfermedad que los Del-Tonos. "Voy loco mama" es un espléndido rock; "7 de junio", atraco de blues a guitarra armada; "El final", una canción en la mejor tradición del blues blanco, entre Hendrix y Derek & The Dominoes. Un gran disco con, quizás, demasiadas canciones." (Rock de Lux, noviembre de 1992)

"El trío nos muestra ahora un Lp rotundo formado nada más y nada menos que por quince canciones, entre las que podemos encontrar desde blues "arrastrao" hasta rock"n"roll ágil. Hay cierta fascinación por los 70 y por la música de garaje, aunque tampoco han podido escapar a las connotaciones de los 60 que quedan bien patentes en el órgano que Carlos Campoy mete en "El final". La otra colaboración del disco corresponde al saxofonista Juan Francisco Marín, que resulta muy especialmente en "El baile" con un toque muy soul." (Información, 12 de febrero de 1993)

"El disco contiene quince temas en sus cuarenta y cinco minutos de duración, que pasan por ese rock negro y psicodélico, sin desechar toques de pop, blues, funk e incluso rap. Música, letras y ritmos que conforman unas canciones peleonas, escépticas y vacilonas." (La Tribuna, 14 de marzo de 1993)

La revolución (1994)

"Unas raíces bien asimiladas y asentadas en el sonido duro de los 70, siempre matizadas por un innato instinto funky y/o soul; un vacile congénito que hace de sus canciones divertidas y estimulantes experiencias; un uso desinhibido de detalles que amplían y enriquecen el campo (...), con este trabajo llevan camino de convertirse en la banda más cool del país. Hasta cuando les asalta el ramalazo progresivo suenan recios y convincentes, y demuestran tener toda la clase necesaria para comerse el mundo. A poco que se lo propongan, ya no hará falta ni hacer comparaciones ni establecer paralelismos. Ellos son así de macarras, dicho sea con todos los respetos." (Ruta 66, mayo de 1994)

"Contiene comprimidas seis píldoras de fuerza, energía y magia, la esencia del buen rock de todos los tiempos. La revolución que propugna Los Marañones evoca distintas cosas, desde convertir al más tonto del pueblo en un dios, como dice en la canción epónima (en la que habla de los fanatismos, las religiones, los distintos opios de un pueblo que se deja conducir por gurús, por la chorrada más grande) hasta una revolución, una ruptura con la que este trío de tristes tíos, Los Marañones, vuelve a renacer." (La Opinión, 17 de junio de 1994)

"Este trío (formación oficiosa para el blues) de Murcia vuelve tras un largo paréntesis, con un corto bagaje. Seis temas forman esta "revolución" producida por Paco Trinidad y ejecutada con miras a convertirse en la tercera referencia de tan revalorizado género, tras Enemigos y Del-Tonos. A los primeros, lo siento, ya no les coge nadie. A los segundos tal vez les atrapen, pero no en su terreno, ya que Los Marañones se desvían haca un blues más pesado (Cream, Hendrix...). También construyen estribillos pop ("Saluda al tren") y, si se animan, hasta esquivan etiquetas para construir el mejor corte de la entrega ("Tu canción"), que, sin ser ninguna maravilla, sobresale por encima de obviedades como "La revolución" o "Calvario"." (Rock De Lux, octubre de 1994)

"Con unos Cabezazos a lo Hendrix, un Saluda al tren de rock clásico y melódico, y una serena joya del r&b como es Tu canción, el último trabajo de estos tres murcianos suena optimista, enérgico y realista y contiene todos los ingredientes necesarios para hacerse un buen hueco en la difícil escena musical española." (Castellón Diario, 9 de diciembre de 1994)

"Hacen rhytm and blues por derecho y sin convicciones, destacando la fuerza de canciones como "Cabezazos" o "Calvario", las mejores de un CD cuyo defecto es ser demasiado corto (sólo contiene 6 temas). En todo caso, merece la pena adentrarse en la huerta murciana para echarles un oído a estos Marañones." (Heavy Rock, diciembre de 1994)

Los Marañones (1996)

"Es oportuno, y muestra la verdadera dimensión de Los Marañones, un grupo con personalidad, y de una música orgullosamente intensa, densamente sustanciosa. (...) El sonido del live es sumamente excitante en esta colección de 18 temas, logrando que el desasosiego alcance la categoría de arte, a través de canciones que una vez se mezclan en el aire casi pueden tocarse. Los Marañones tienen fibra e interpretan su repertorio con una vehemencia, una expresividad que sencillamente estremece." (La Opinión, 23 de febrero de 1996)

"Mira, canciones como No soy yo o La memoria del extranjero ya justifican el precio del compacto. Si además el disco incluye otros 16 temas, está interpretado con la frescura, la garra y la solvencia instrumental habituales de Los Marañones, y encima es en directo, la mejor arma de la banda, ya miel sobre hojuelas. Las colaboraciones de Hendrik y Josele son notable, pero lo que de verdad destaca son las canciones —fantástica la versión de Zappa— y esa personal manera de rasguear la guitarra de Miguel. El mejor disco de Los Marañones, sin duda." (La Verdad, 2 de marzo de 1996)

"Ahora nos llega esta grabación de dieciocho temas en directo, su último trabajo; una grabación fiel de lo que ofrecen. (...) Mezclan temas del más puro corte Hendrixiano ('Quiero bailar', 'La nieve se derrite'), con temas un poco más popies ('No soy yo', 'A tu lado'), ambientes fenomenales, predominando la guitarra afilada y sincera de Miguel Bañón (también vocalista) y el ajuste perfecto de los coros ('Mi gato se llama persona'). Quizás se nota un poco de frialdad (recordemos que se trata de un disco en directo) en la grabación, pero todo lo que se oye está en su lugar y perfectamente ejecutado y con unos solos especialmente cuidados y delicados." (Mondo Sonoro, marzo de 1996)

"Al entrañable trío murciano le está costando lo indecible poder ir grabando, así sus discos se espacian en el tiempo y se reparten por las más insospechadas compañías (en realidad microcompañías) haciendo muy difícil el seguimiento de un grupo cuyos conciertos son explosivos. Quizás por ello han sacado este disco, que es un recorrido por la experiencia de ocho años, desde los meomentos más hendrixianos hasta el rock menos espeso de los últimos tiempos, recogidos antológicamente en directo. En este concierto grabado intervienen dos buenos amigos de la banda como lo son Josele Santiago (Enemigos) y Hendrick Roever (Del Tonos), valedores y defensores siempre que han tenido la oportunidad del trío, modelo de solidez y contundencia cuando se les suelta en un escenario. Un disco con un buen par de... patronos." (Zarabanda, 26 de abril de 1996)

"Lo que hacen Los Marañones es... cómo te diría... eso es: rock'n'roll. Ni más ni menos. Sin exageraciones, en su punto. (...) El más reciente trabajo de Los Marañones es nada menos que un directo donde la mayoría de temas son inéditos, uno de esos discos que echan humo en cada una de sus estrías, que despiden el intenso calor de la sinceridad y revolucionan la sangre a base de guitarrazos no por clásicos menos efectivos. Su base es el lado más negro de la música (soul, funk, R&B) pero lo que hacen, como digo, es rock'n'roll, fácil de comprobar y disfrutar en esta generosa, musculosa, compacta colección de canciones fielmente capturadas en vivo, un festín para sudar toxinas a base de bien." (Ruta 66, mayo de 1996)

"Un álbum fresco y espontáneo, repleto de naturalidad, en el cual no han tenido necesidad de meter excesivas voces del público, lo cual hubiera sido artificial; todo lo contrario, invitaron a unos amigos, hicieron un aforo limitado, y lo grabaron con los medios que tenían, resultando como documento una buena cantidad de canciones al más puro estilo 'tema de tres minutos'. Su música varía, desde el rock más clásico, hasta el blues de toda la vida, mezclándolo incluso a veces no sólo entre sí, sino añadiendo además otras influencias que hacen que este trabajo resulte de lo más atractivo para todo tipo de gustos. La gran particularidad de este En Directo es la variedad de canciones incluidas, cada una de ellas perfectamente diferenciable entre sí, no sólo musicalmente, sino en lo que a la temática lírica se refiere." (Heavy Rock, mayo de 1996)

"Miguel Bañón, Román García y Pedrín Sánchez han reunido para esta ocasión a lo más granado del blues nacional (Hendrick Roever y Josele Santiago), y se marcan un grandísimo disco —cuarto en su carrera—, en el que sudor, cerveza, sentimiento negro y volumen blanco se entrelazan, para gusto de los que tienen a Peter Green o Jimi Hendrix en su altar correspondiente. Ojo a canciones como Mi guitarra quiere matar a tu madre o Soy un poco animal. Ponen en trance." (El País de las Tentaciones, 24 de mayo de 1996)

"La propuesta de 'Los Marañones' (96) representa un ejemplo paradigmático de la línea reaccionaria del rock español, ésa que huye de la creación para hundirse en las tierras movedizas de la recreación. Su rhythn'n'blues y rock para amiguetes goza de las ventajas que otorgan los años transcurridos, la experiencia: se toca mejor, las letras resultan menos insulsas, pero es más de lo mismo, sin más, de correcta factura pero redundante y reincidente." (Rock De Lux, julio de 1996)

Matando el tiempo (1997)

"Los Marañones flotan en su propio universo y muestran una vez más su pasmosa voluntad de progresión musical. En Matando el tiempo su música va al grano, sonando compacta en un sinfín de emociones donde cabe todo. Sus devaneos blues están intuitivamente puesto al día. Folk y psicodelia. Una grata infusión de absorbentes melodías pop (Caigo, que remite a los Kinks, Las manzanas del mal, Otra canción), aromas psicodélicos (Queremos despertar, una pequeña gema pop) y lujuriosas armonías vocales. Los Marañones hacen mejor canciones radiantes que reinterpretar la historia, en una extraña combinación de locura y lucidez que manosea el legado de los Beatles o la fantasía de los Byrds, ciñéndose al arte siempre difícil de buscar lo sencillo, aunque sea su disco más trabajado. Con Matando el tiempo han sacado nota. Material sensible." (La Opinión, 9 de mayo de 1997)

"Es precisamente la producción (guau, Carlos Martos) lo que menos me gusta: técnicamente notable; artísticamente normaleras, demasiado 80's. Lo demás, todo bueno: diseño, interpretación y sobre todo canciones. Martos se empeña en hacerlo todo muy pop, puliendo las guitarras agresivas o endulzando la psicodelia latente, pero la única manera de ocultar temas tan buenos como Otra canción es no grabándolos, y entonces estaríamos hablando de fútbol o algo. Son demasiado buenos, Los Marañones." (La Verdad, 10 de mayo de 1997)

"Un disco que rompe bastante los esquemas y que presenta a un grupo que muy poco o nada tiene que ver con el que firmó el anterior. El pop ha ganado terreno y temas como Yo te haré entender, No podrás hacerme, Muy buenas horas o Me canso de andar muestran a la banda en una situación más dinámica, muy beatle y con letras menos trascendentes que en sus anteriores trabajos. Al mismo tiempo, han dado al estudio su verdadero significado y el resultado se muestra, en ese aspecto, como lo mejor realizado hasta el momento enuna carrera que abarca ya diez años. Matando el tiempo es un disco que tiene unidad y concreción, algo que avala la actual situación del grupo." (Todas las Novedades, mayo de 1997)

"Vienen de Murcia, se hacen llamar Los Marañones y éste es su quinto disco. Son bastante conocidos en ciertos circuitos pero no acabo de entender por qué no acaban de romper el circuito, ya que considero que su música tiene todos los números para ello. A saber, se mueven por senderos que discurren entre el pop más potente y el blues-rock más accesible, aunque se intuye (y de ello ya dieron buena prueba con su anterior disco en directo) que su sonido real es mucho más crudo y desgarrado. Completa todo ello con unos textos inteligentes, aunque nada pretenciosos, y ya te harás una idea del cuadro. ¿Ejemplos? Los que quieras: 'Las manzanas del mal', 'Muy buenas horas' o 'Queremos despertar'. No obstante, lo mejor es escuchar el disco de un tirón, entra fácil y, a pesar de no revolucionar tu código genético, ya verás cómo te deja un muy buen sabor de boca." (Popular 1, mayo de 1997)

"La segunda división es otro mundo. Los vestuarios son más mugirentos, las entradas más suras y los terrenos más impracticables. Con todo, siempre hay quien se siente más cómodo en la categoría de plata. El público está más encima, la vocación aún puede más que el dinero, las derrotas saben a costumbre y los pequeños triunfos, a gestas. ¿Quién quiere ascender? La primera es el mainstream, un mundo de vedettes, pretensiones y contratos millonarios sin lugar para la autenticidad. Y es que el rock'n'roll, como el fútbol, es cosa de hombres. Los Marañones son unos clásicos de segunda. (...) Lo suyo es mantenerse. No aburrirse. Matar el tiempo. El problema es que la falta de aspiraciones, de nuevos horizontes, acaba minando la motivación. La del público sobre todo. Ya nadie espera con afición verdadera un nuevo disco de Los Marañones. Si el primer mini-LP, "Experiencia negra" les convirtió, más que en un grupo, en una panda de burrocanrol simpática, el quinto trabajo, más pulido eso sí, aburre por lo previsible. No, no evolucionan porque no quieren. Pero o se cambia el chip o de aquí a nada se acaba jugando, que tampoco lo merecen, con Los Suaves, Saratoga y Medina Azahara." (Rock De Lux, junio de 1997)

"De matar el tiempo, nada: lejos de apalancarse en un estilo que ya han demostrado dominar más que bien, los murcianos exploran nuevas vías en este su quinto disco. Así, de la base negrata que sustentaba las canciones de sus anteriores trabajos, han pasado aquí a enriquecer su rock fundamentalmente cañero con todo tipo de gratos detalles. ¿Es un ramalazo mod eso que detecto en 'Caigo'? ¿Se oxigenan mis neuronas con los aires de road-song de 'Señora Sueño? ¿Me elevan los efluvios psicodélicos de 'Las manzanas del mal? Pueden detectarse estas cosas y muchas otras, pero nunca en plan mimético o meramente ilustrativo, sino como factores que incrementan el atractivo natural de sus composiciones, siempre dentro de unos parámetros agradecidamente clásicos. Y es que la principal impresión que transmiten, éste y anteriores trabajos de Los Marañones, es la de un espíritu positivo. Osease, que si quieres dejar de torturarte por un rato y rocanrolear guapamente, éste es tu grupo." (Ruta 66, junio de 1997)

"La banda murciana que lidera el guitarrista y cantante Miguel Bañón, convertida ahora en cuarteto con la incorporación de un nuevo guitarrista, muestra en este quinto disco una evolución notable del blues hacia terrenos pop. Con ello, el grupo apuesta más por las melodías personales y la variedad de ritmos, y gana en frescura y capacidad de sorprender. Tal vez las guitarras hayan quedado algo bajas, pero eso no resta mérito a temas enjundiosos como Señora Sueño, Vaya manicomio o Muy buenas horas." (El País de las Tentaciones, 27 de junio de 1997)

Shangri-La (1999)

"Shangri-la, que así se llama su flamante sexto álbum, muestra el lado más relajado, luminoso, agradable y por momentos inspirado de Los Marañones. (...) La exquisita sencillez de "Cuando quieras regresar" y "El buen valle" (por el momento mis dos preferidas), el apunte de psicodelia casera de "El santo", el intimismo de "Rumbo sideral" (¡Los Marañones haciendo bossa nova!) o el pop radiable de la misma "Shangri-la" son algunos de los más felices momentos de un álbum cuyos títulos y portada (un grabado de Las mil y una noches) parecen remitir a lejanos paraísos." (Efe Eme, enero de 2000)

"Qué van a pensar los seguidores más viriles del grupo murciano cuando descubran que el blues-rock de carretera ha desaparecido sin dejar rastro en el anglófilo "Shangri-la", sexto elepé de la banda y segundo que se autoproducen. Se inicia el asunto con una tanda de pop psiocodélico que parece grabada por los Brincos en un viaje relámpago al Swingin' London. Predominan los juegos de voces, el esmerilado instrumental, la melodía aquilatada y los acordes abiertos. Aparcados sus orígenes, como en el caso de M-Clan, la huerta pierde un cumplidor grupo de rock sureño y gana a unos músicos mucho más flexibles y versátiles, apegados todavía al riquísimo legado de los 70 y al rock, pero operando a un nivel de elaboración que recuerda el "savoir faire" de los Cardíacos. Súmese a estas apreciaciones apuntes de jazz y bossa, unas letras afortunadas, la sensibilidad de arreglos y el aplomo con que el disco se desliza, extrafino, oidos adentro, todo lo cual conduce a una totalidad que adjudica a "Shangri-La" el rango de mejor producto marañón." (Ruta 66, febrero de 2000)

"Shangri-La (Alkilo Discos), sexto disco del cuarteto murciano, tiene todo lo necesario: carácter, versatilidad y una seriedad de planteamientos no reñida con la capacidad de llegar a un público amplio. Incluye desde un homenaje a los Beatles (Mis mejores cassettes) —una de sus grandes influencias junto a las de Kinks, Cream, Zappa o Hendrix—, a una bossa nova atípica (Rumbo sideral); desde el sinuoso ritmo rock and roll fresco y psicodélico de Yo quiero rock a las reminiscencias africanas de El Buen Valle, o un glamouroso rocanrol ardiente de deseo (Espío a mi vecina); revelaciones místicas, alfombras voladoras, las mil y una noches... Canciones que ironizan sobre quimeras entre trombones, cuerdas, percusiones, voces y melodías muy cuidadas." (La Opinión, 11 de febrero de 2000)

"Tienen los Marañones fama —y pintas— de rudo grupo bluesero. Y resulta que en los últimos tiempos elaboran un pop pimpolludo, de estribillos anhelantes, coritos soleados, aceradas erupciones controladas, felices combinaciones de acústicas y eléctricas, arreglos milimetrados, historias redondas. Es lo que ocurre, imagino, si uno escucha inteligentemente los mejores discos de los Beatles (citados en Mis mejores cassettes). Trece píldoras de vitamina C meditarránea." (El País de las Tentaciones, 11 de febrero de 2000)

Los Marañones