Ángel H. Sopena
La Opinión de Murcia, 11 de febrero de 2023
El bajista de Los Marañones se ha pasado toda una vida estudiando las peripecias vitales y artísticas de Fran Zappa, lo que ha dado lugar a una intensa biografía que hoy presenta en Murcia
Ramón García Albertos, ayer, en La Montaña Mágica. Iván J. Urquizar
La inabarcable y ecléctica obra de Frank Zappa se sigue escuchando después de que abandonara este mundo en 1993, a los 53 años. Pese a ello, le dio tiempo a publicar 33 álbumes de estudio, 37 de actuaciones en directo y 28 recopilatorios. También dirigió ocho largometrajes y publicó dos libros. Colaboró con artistas de música contemporánea como Pierre Boulez, grabó música de cámara, indagó en la electrónica, compuso operetas rock y piezas de vodevil. Hizo free-jazz, blues, rock progresivo, música concreta, de vanguardia, y sus conciertos eran auténticas performances donde era esperable lo inesperado. A esta atractiva personalidad hace décadas que sucumbió el bajista de Los Marañones, el ilustrador e historietista Román García Albertos, autor de la generosa biografía —son ochocientas páginas de amena lectura— Frank Zappa (1940-1993). Ayer la presentó en Cartagena y hoy, desde las 18.30 horas, estará en Discos Tráficos, en Murcia.
Te has pasado estudiando a Frank Zappa durante más de dos decenios, casi media vida, en colaboración con especialistas y aficionados de numerosos países. ¿Qué es lo que te atrajo/atrae de este personaje? ¿Cómo nació tu pasión por Zappa?
Cuando empezaba a oír música y a interesarme por los discos de los melenudos de los años sesenta y setenta (los ochenta todavía no habían llegado), descubrí un par de discos de The Mothers, el grupo de Zappa, que no se parecían en nada entre sí, pero que me gustaban mucho y eran muy divertidos. No entendía una palabra, pero lo que decían debía ser muy gracioso. Y la música no se parecía a nada. Luego escuché otros discos del propio Zappa y cada uno era un descubrimiento. Seguían sin parecerse nada entre ellos, pero todos me gustaban y me seguían pareciendo muy divertidos. Eso me hizo querer oír más y más y tratar de entender lo que decían, y ya no pude salir nunca de su mundo.
¿Cómo se estructura el libro?
Es una biografía pura y dura. Se centra sobre todo en su trabajo y en sus colaboradores, pero la narración es cronológica, dividida en diez grandes apartados, con pequeños capitulillos de apenas unos párrafos para no perderse en la historia. Luego hay un pequeño apéndice con información discográfica, cinematográfica y bibliográfica.
¿Es un libro solo para seguidores de Zappa o puede interesar a un público más amplio?
Mi intención era contar la historia de un señor que hacía cosas, y en todo momento he tratado de que pudiera ser interesante, aunque no lo conocieras de nada. Quería compartir mi fascinación por el personaje y su obra con todo el mundo, no solo con los que ya sienten lo mismo que yo. Espero haberlo conseguido.
Quien solamente lo conozca de oídas descubrirá que el radicalismo político y el gusto por las drogas de Zappa no son más que tópicos que se le atribuyen sin fundamento alguno. ¿Has hecho especial hincapié en rebatirlos?
No especialmente. Una vez que vas contando cómo era su forma de trabajar y de relacionarse con su entorno, todos esos mitos se van diluyendo por sí mismos. Sus ideas eran muy radicales, pero nunca violentas, y las únicas sustancias que consumía en grandes cantidades eran el tabaco y el café.
Con frecuencia, cuando se habla o escribe acerca de Frank Zappa, se alude a su mordacidad y mala leche. ¿Su guitarra era tan punzante como su lengua?
Cuando hablaba de los guitarristas de los años cincuenta que tanto le gustaban, como Johnny Guitar Watson o Guitar Slim, decía que podían ser más sucios con una sola nota de guitarra que cualquier otro con todas las letras obscenas que incluyera en un disco. Ese era su modelo. En sus solos trataba de abarcarlo todo, desde las melodías más sublimes hasta los sonidos más ácidos, y siempre eran una aventura improvisada que se sabía dónde empezaba pero no dónde iba a acabar.
Su obra es inabarcable, con más de setecientas canciones. Además, fue un músico imposible de categorizar. ¿Puedes resumir su producción y valorarla desde tu punto de vista? ¿Cuáles serían los principales puntos de interés?
Para empezar, es difícil diferenciar entre álbumes de estudio y en directo porque, en general, sus discos mezclaban grabaciones de distintas procedencias. Y él, en su obra, trató de representar todo lo que le gustaba;el problema es que su mente era muy abierta y allí cabía todo... Hay doo-wop y rock and roll antiguo, composiciones orquestales atonales o muy armónicas, heavy metal, rock progresivo, reggae, new wave, country, jazz, música de cámara, folk tradicional, blues, canciones al estilo de Broadway..., a veces con respeto y otras, como parodia. O todo a la vez. O todo dentro de la misma pieza. Una de sus grandezas y una de las cosas que más me han interesado siempre de su obra es la falta de límites y la falta de prejuicios. Todo vale. Y si es para echar unas risas, mejor aún.
Ubicarlo políticamente tampoco es sencillo. Se definía como «conservador pragmático», un individualista contra los excesos del Estado y el mercado. ¿Hasta qué puto podría pasar hoy en día por un trumpiano?
En las entrevistas, Zappa solía decir cosas que sabía iban a epatar al entrevistador, así que a veces no hay que fiarse mucho de las afirmaciones que se le atribuyen. Por otro lado, en su autobiografía se entretiene en explicar con detalle su visión sobre la política estadounidense, su «conservadurismo pragmático», su rechazo al fundamentalismo religioso y a toda intromisión de cualquier iglesia en los asuntos de estado y su respeto por la libertad de expresión como derecho fundamental. Defendía la libertad del individuo frente a las imposiciones irracionales de los gobiernos, y por tanto era partidario de la libertad sexual y de la legalización de las drogas, pero también entendía la necesidad de un gobierno federal que garantizara el buen estado de los servicios comunes y que controlara las injusticias del mercado. Aunque prefería que hubiera menos impuestos, comprendía que el sistema tributario era un pacto entre el estado y el ciudadano, y que ambas partes debían ser conscientes de ello. El único problema con todo esto es que consideraba que uno de los principales componentes del universo era la estupidez humana, lo cual lo hacía todo más difícil.
Detestaba la 'contracultura' y contra el movimiento hippie también se despachó a gusto: el flower power le parecía una farsa, como toda forma de rebeldía. ¿Cuáles eran sus recetas de cambio?
Sí creía en la contracultura, y defendía todo aquello que significara expresión artística libre. Su problema con el movimiento hippie es que le parecía una moda sin sustancia a la que se apuntaban jóvenes acomodados y drogados que, en definitiva, no hacían nada por el progreso de la humanidad. Le pasaba algo parecido con los movimientos revolucionarios: le parecían otra moda y le daba miedo que los jóvenes que los lideraban realmente llegaran al poder algún día porque no los veía capacitados para hacer otra cosa que no fuera gritar soflamas y quemar cosas. Era partidario de utilizar toda esa energía de un modo más productivo, implicándose en el sistema electoral e infiltrándose de forma pacífica en los estamentos del poder para cambiarlo todo desde dentro.
¿Qué es lo que hace que Zappa y su música sean admirados en todos los rincones del planeta?
Supongo que hay algo de universal en sus composiciones. Abarcan tanto que cualquier persona en cualquier lugar del mundo puede encontrar algo con lo que identificarse en su obra. Hacía bromas utilizando oscuras referencias locales, pero el fondo de su mensaje se entendía en todas partes.
El libro tiene una gran cantidad de datos y fuentes, y la fluidez de una novela. ¿Estás satisfecho con el resultado?
Quedé bastante contento, sí. Mi idea era más contar una historia que hacer un estudio académico, y he intentado no aburrir incluyendo demasiados datos, solo los imprescindibles, pero tratando de que todos los que aparecen sean correctos y estén actualizados.
¿Un par de hechos que ayuden a entender al personaje?
Es difícil acordarse así de pronto de nada en concreto... Quizá dos de las cosas que le definían eran su capacidad de trabajo y su sentido del humor. Contaba que unas de sus mejores vacaciones fueron unos días que pasó apartado de todo y concentrado en escribir una pieza para gran orquesta. Por otro lado, muchos de sus colaboradores trataban de hacerle reír contándole historias y aventuras de carretera, pero sabían que corrían el peligro de que acabaran convertidos en protagonistas de una canción.
Su obra, su actitud... ¿despertaron conciencias?
Desde el momento en que apareció el primer álbum de The Mothers Of Invention, en 1966, hubo muchos jóvenes por todo Estados Unidos que encontraron en Zappa y su grupo una voz que hablaba con claridad y con la que se podían sentir identificados. Se sentían incomprendidos por sus padres, por sus profesores, por las autoridades..., y, de pronto, encontraron a alguien que parecía entender por lo que estaban pasando, que estaba de su parte. Algo parecido siguió sucediendo a lo largo de su carrera, cuando defendía la libertad de expresión y hablaba abiertamente sobre sexo, religión o lo que fuera. Y sin perder el sentido del humor.
¿Una recomendación para internarse en la obra de Zappa?
Ésa es la pregunta más difícil y quizá la más habitual. En la obra de Zappa hay de todo, y depende del gusto de cada uno. Apostrophe (') (1974), por ejemplo, es un disco breve y muy variado que puede dar una idea general de su obra. Otro álbum variado y divertido es Tinsel Town Rebellion (1981), grabado casi todo en directo. Y para quien se quiera atrever con su faceta de compositor para orquesta, recomendaría The yellow shark (1993), el último disco que publicó en vida, grabado en directo con un grupo de virtuosos alemanes. Pero bueno, mi consejo es que, si el primero que escuchas no te llega, abras la mente y pruebes con cualquier otro; siempre te puedes llevar una sorpresa...
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