La Opinión, Domingo, 2 de abril, 2006


Cultura

A la plancha

Ángel H. Sopena

III MOTORKULTURE FESTIVAL (ERIC SARDINAS + LOS MARAÑONES + MUÉRDAGO)

LUGAR SALA GAMMA FECHA 31 DE MARZO

Rockeros, moteros, jevis, lectores del Guitar Player, blueseros... pero, sobre todo, el runrún de las motos protagonizó la tercera edición de este festival, Motorkulture, que rinde tributo al biker rock, y registró buena entrada.

Aunque sabida es la buena salud de la música murciana - quedó sobradamente demostrado en el pasado Lemon Pop, donde Los Marañones y otros grupos congregaron a varios miles de personas, los organizadores relegaron a los murcianos al papel de meras comparsas. Así, Muérdago, sólida banda de blues rock y hard rock que recupera el esplendor de los 70 con un potente directo y un formidable cantante de voz aguardentosa, tocaron en un pequeño escenario (Los Marañones estuvieron a punto), aunque aprovecharon para introducir los temas de su segundo álbum, 'Mi antídoto'.

Siguieron Los Marañones, unos clásicos, banda de culto que vale su peso en oro.

"¿Habéis venido todos?", preguntó Román, y un mar de manos se alzó. Pese a las circunstancias, o precisamente por eso, no fue un concierto especialmente rizmanblusero, sino a su bola, siempre ha sido así, con sus habituales cancionesviñetas, costumbristas, elocuentes, y una diversidad de estilos. Menos de una hora mostrando sabiduría, humor y aplomo, y Campoy ejerciendo de mago de las teclas. Alternaron canciones de 'El Mundo al revés' con clásicos de discos anteriores: 'El Baile', Shangri-Lá..., en un complaciente equilibrio. Empezaron con 'Atrapado', de su último disco, y la rebaja decibélica del grupo permitió descubrir tonalidades antes sólo vislumbradas. Atrapó especialmente 'Hace calor' con sus pinceladas psicodélicas y arreglos sixties, que proporcionó la guitarra vintage de Bañón. Impecables. Con lo poco que se prodigan no era como para perdérselos. No les permitieron bises.

No podría asegurar si el flamígero bluesman Eric Sardinas los hizo, incluso si le permitieron prender fuego a su bastante quemado dobro, pero sí que su actuación tuvo un efecto devastador, con el público agolpado a pie de escenario en una ceremonia diabólica. Sardinas lanzó su dobro electrificado por los caminos del blues-rock en su vertiente más dura: Texas y Delta blues poderoso, crudo y estimulante, heredado de Charlie Patton, Muddy Waters, Albert King, Johnny Winter... y sonidos procedentes del profundo sur y del blues rural.

Sardinas ha desarrollado un estilo personal, complementado por su puesta en escena: sombrero stetson con cabeza de serpiente, pecho tatuado y un look glam siniestro. En vivo es espectacular, con un bajista y un batería sumamente eficientes, endiablada rapidez en sus dedos y un absoluto dominio del bootleneck y de la pedalera (a la que maltrata). Utiliza los estereotipos musicales y los ademanes escenográficos del rock, aunque no es otro payaso del heavy metal haciéndose pasar por bluesman. Hay quien piensa que, desaparecido Stevie Ray Vaughan y reducida la combustión winteriana, el músico de Florida las tiene todas consigo para convertirse en el nuevo "guitar hero". De vocación faústica, lo suyo es blues mordiente llevado hasta el paroxismo entre arrebatos decibélicos y riffs convulsos.

Este power trío venera la tradición y lo demuestra en un repertorio que recoge versiones de Howlin' Wolf, Willie Dixon o John lee Hooker, pero el abuso de exhibición virtuosa con el dobro eléctrico - hasta 20 minutos duró el infernal 'Murdering blues'- puede llegar a aburrir.


Los Marañones