Ruta 66 nº 212, enero 2005
Mariano Fernández
Pues sí, el mundo al revés. Sólo de esta manera puede entenderse que la banda de Miguel Bañón, Pedrín Sánchez y Román García permanezca en este injusto anonimato. Parece mentira que el grueso de los aficionados al mejor pop no conozcan trabajos como «Shangri La» (Alkilo, 1999) o «Matando El Tiempo» (Edel, 1997), que el del rock sudoroso no haya disfrutado de «Los Marañones» (Edel, 1996) o «La Revolución» (La Fábrica Magnética, 1994), y que el del R&B no lo haya hecho de «Quiero Bailar Agarrao» (Cambayá, 1992) y «Experiencia Negra» (Otro Mundo Verde, 1989). Donde otros renuncian y desesperan, ellos se lo toman con calma, quizás con la certeza de que ni tienen por qué, ni van a llegar a ninguna parte, salvo a completar otra fabulosa colección de canciones. Con la colaboración en la composición, una vez más, del fundamental Ricardo Perpén —guitarrista marañón hasta después de «Experiencia Negra»—, no existen fronteras entre los géneros. Así las cosas, en un lujo asiático escuchar «Lo diré» y «Hollywood», dos de esos cuelgues que tanto abundaron en su primera época. No digamos ya la deliciosa «Japón», de obligada escucha radiofónica en un mundo menos absurdo. Como Sly Stone acompañado por The Mothers, y acercándose al dub, suenan en «Bla, bla». Un vibrante órgano, arpegios saturados y la estupenda voz de Miguel nos traen ecos del NRA en «Hace calor». «Soy minero» —procedente homenaje a Neil Young—, «Atrapado» y «El mundo al revés» representan la parte más indómita del disco, ¡pocos son los que manejan guitarras de ese carácter!