Zubin Mehta dirigió a la Orquesta Filarmónica de Los Angeles para el estreno de 200 Motels en el Pauley Pavilion de la Universidad de California el 15 de mayo de 1970.
En 1970, tuve una oferta para un gran concierto interpretando la música orquestal que se estaba acumulando en mi cajón. Durante los primeros cinco años de los M.O.I., había llevado conmigo, en la carretera, montones de papel manuscrito, y, en cuento tenía una oportunidad, garabateaba cosas en ellos. Este material finalmente se convirtió en la partitura de 200 Motels (basado en una estimación del número de actuaciones que hicimos en los primeros cinco años, ¿cuarenta por año?).
El espectáculo iba a tener lugar en el Pauley Pavilion de UCLA (un campo de baloncesto con asientos para unas catorce mil personas), con Zubin Mehta dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Los Angeles. Un asunto muy grande.
Aunque había una 'pega', la orquesta no quería en realidad tocar la música, lo que querían era UN ACONTECIMIENTO; algo 'especial', como, uhh, quizá un GRUPO DE ROCK y, uhhh... una ORQUESTA DE VERDAD algo así como, uhhh... bueno, ya sabes, 'rockeando juntos'. No importaba qué música fuera.
Esto eventualmente nos llevó a algunos problemas. Lo primero de todo, yo no tenía un 'GRUPO DE ROCK', los M.O.I. llevaban separados casi un año. Segundo, no había ninguna parte copiada para las partituras, y se me había pedido que pagara por este enorme trabajo (siete mil dólares de 1970). El tercer problema es que yo quería algún tipo de grabación del show, y el Sindicato de Músicos no lo podía permitir. (No hicieron nada cuando algún imbécil del público encendió un cassette e hizo un álbum pirata con él, pero me prometían acciones severas si hacía una grabación para uso propio, sólo para saber cómo sonaban mis piezas... pero dejadme que baje un poco la marcha aquí).
Resolvimos el problema número uno juntando una 'Especie-de-Mothers-Of-Invention' interinos sólo para la ocasión. Hicimos una pequeña gira de entrenamiento, quizá media docena de fechas, y volvimos a L.A. para el show.
El segundo problema se resolvió gastándome yo los siete mil pavos en un equipo de copistas.
El tercer problema nunca se resolvió, y nunca conseguí una cinta del concierto.
(TRFZB, p. 109-111)
© Román García Albertos